martes, 27 de noviembre de 2012

Ser católico

Debido a la explosión de comunidades cristianas nacidas a raíz de la reforma luterana, nos vemos obligados a distinguir entre católicos y cristianos, pero, al principio no fue así, porque sólo existía una sola iglesia: la que fundó Cristo, a la que se dirigieron san Pablo, san Pedro, el apóstol Santiago, Lucas, Juan, Mateo, Marcos y otros escritores sagrados en cartas o evangelios.

La iglesia que estuvo durante la última cena, cuando la resurrección, cuando Pentecostés, cuando las persecuciones primero judías y después por parte del imperio romano, es la misma que hoy llamamos iglesia católica. Y somos una comunidad de seguidores de Jesús.

Pero, detengámonos en esos aspectos que comenté anteriormente: la iglesia católica es conocida por el rostro de ese sinfin de cristianos que no tienen ni la menor idea de qué significa seguir a Jesús, amarlo sobre todo y poner a su servicio la propia vida.

La gente habla de Jesús: sus mandatos, sus enseñanzas, su evangelio, sus bienaventuranzas, sus dichos y hechos, sus  palabras llenas de vida, pero eso no impide que aunque creamos conocerlo, estemos muy lejos de entenderlo. Y si no entendemos a Jesús, no podemos vivir como se espera de alguien que se dice fiel o seguidor de él.

El primer contrasentido es que decimos que la ley de Jesús es la ley del amor y nos sentimos muy cristianos sin saber cuáles son las exigencias de AMAR.
En cierta ocasión una joven le preguntaba a un sacerdote de por qué no podía tener sexo con su novio si ellos se amaban y Jesús nos había enseñado a amar ¿¿?? ¡Tal cual!
Recientemente viajando en transporte público, miré como una adolescente muy bella de 13 o 14 años, leía con una enorme sonrisa en su rostro un recado que algún chico le dio, decía: "Cindy, te amo".
Me parece que el chico confunde "gustar", "agradar", "atraer" o, incluso, "excitar", pero no amar; es imposible que un adolescente pueda amar con toda la extensión de la palabra.

El amor es respuesta al amor: ¡amo, porque alguien me amó primero!; un bebé ama a su madre porque le cuida, le dio la vida, le protege, la acaricia; eso es entendible. Un niño ama a su papá porque le ama, le protege contra peligros, lo defiende, le dio la vida, lo alimenta. Pero, ¿por qué un adolescente va a amar a una niña que apenas conoce? ¿qué hizo ella por él para que su respuesta sea amor?
La bondad, la delicadeza, los cuidados, la atención, el afecto, los gestos de ternura que los padres tienen para con sus hijos despiertan en ellos la respuesta del amor.

Pero ¿cómo voy a amar si no experimento ser amado?
Los cristianos hablamos mucho del amor, pero el amor del que habla Jesús nada tiene qué ver con nuestro concepto. No puede haber diálogo entre un cristiano y Jesús si usamos significados diferentes para un mismo término. Para poder declararme cristiano, he de saber qué entendió Jesús cuando nos invitó a amar.


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