miércoles, 2 de enero de 2013

Ser católico I

La mayor limitante de las palabras es que pierden fuerza y significado; a mayor uso, mayor pérdida de significado. Pero, también es cierto que a mayor variedad de significados para una misma palabra, mayor ambigüedad que resulta en su uso.
Ciertamente que la palabra "amor" es una de esas palabras que le tocó bailar con la más fea, porque todo mundo habla en su favor, todo mundo la define,  todos la usan más que el aire que respiran y, sin embargo, su uso en exceso, ha hecho que se pierda su verdadero significado.

Los cristianos más preparados, los católicos con formación básica y mucha gente no cristiana afirma que la doctrina de Jesús se puede resumir en "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo". También hemos escuchado aquello otro de "amar a los enemigos" y casi todos nos preguntamos ¿Cómo es posible "amar" a un enemigo? o más aún ¿Cómo es posible que Jesús haga una petición o sugerencia en este sentido?

¿Quién es capaz de amar a alguien que le hace el mal, que le odia, que le persigue, que le hace la vida difícil, o que le procura toda clase de males?
Incluso en la vida de cada día, vemos maridos que no aman a su esposa, esposas que ya no aman a su marido, padres que rechazan a sus hijos, hijos que odian a sus padres, hermanos que lastiman, hieren o maltratan a sus hermanos. Si eso hacen con quienes se supone debieran sentir el amor como algo natural ¿Cómo conseguirán amar a alguien que les es adverso, contrario o que les daña y hiere?

No sólo la historia, sino las noticias de cada día nos pueden dar muestras de este ambiente en el que los miembros de muchas familias viven el des-amor, que puede ir desde la indiferencia hasta el odio más perverso que puede terminar con la muerte de alguien. No se trata de ciencia ficción, ni de situaciones acaecidas hace 200 o 1000 años, es algo que sucede hoy. ¿Por qué?

La razón es muy sencilla:

No puede ofrecer amor
quien o no ha sido amado
o cree que no ha sido amado.

Y esto es así porque la necesidad más grande del ser humano es ser amado, saberse amado y sentirse amado.

martes, 27 de noviembre de 2012

Ser católico

Debido a la explosión de comunidades cristianas nacidas a raíz de la reforma luterana, nos vemos obligados a distinguir entre católicos y cristianos, pero, al principio no fue así, porque sólo existía una sola iglesia: la que fundó Cristo, a la que se dirigieron san Pablo, san Pedro, el apóstol Santiago, Lucas, Juan, Mateo, Marcos y otros escritores sagrados en cartas o evangelios.

La iglesia que estuvo durante la última cena, cuando la resurrección, cuando Pentecostés, cuando las persecuciones primero judías y después por parte del imperio romano, es la misma que hoy llamamos iglesia católica. Y somos una comunidad de seguidores de Jesús.

Pero, detengámonos en esos aspectos que comenté anteriormente: la iglesia católica es conocida por el rostro de ese sinfin de cristianos que no tienen ni la menor idea de qué significa seguir a Jesús, amarlo sobre todo y poner a su servicio la propia vida.

La gente habla de Jesús: sus mandatos, sus enseñanzas, su evangelio, sus bienaventuranzas, sus dichos y hechos, sus  palabras llenas de vida, pero eso no impide que aunque creamos conocerlo, estemos muy lejos de entenderlo. Y si no entendemos a Jesús, no podemos vivir como se espera de alguien que se dice fiel o seguidor de él.

El primer contrasentido es que decimos que la ley de Jesús es la ley del amor y nos sentimos muy cristianos sin saber cuáles son las exigencias de AMAR.
En cierta ocasión una joven le preguntaba a un sacerdote de por qué no podía tener sexo con su novio si ellos se amaban y Jesús nos había enseñado a amar ¿¿?? ¡Tal cual!
Recientemente viajando en transporte público, miré como una adolescente muy bella de 13 o 14 años, leía con una enorme sonrisa en su rostro un recado que algún chico le dio, decía: "Cindy, te amo".
Me parece que el chico confunde "gustar", "agradar", "atraer" o, incluso, "excitar", pero no amar; es imposible que un adolescente pueda amar con toda la extensión de la palabra.

El amor es respuesta al amor: ¡amo, porque alguien me amó primero!; un bebé ama a su madre porque le cuida, le dio la vida, le protege, la acaricia; eso es entendible. Un niño ama a su papá porque le ama, le protege contra peligros, lo defiende, le dio la vida, lo alimenta. Pero, ¿por qué un adolescente va a amar a una niña que apenas conoce? ¿qué hizo ella por él para que su respuesta sea amor?
La bondad, la delicadeza, los cuidados, la atención, el afecto, los gestos de ternura que los padres tienen para con sus hijos despiertan en ellos la respuesta del amor.

Pero ¿cómo voy a amar si no experimento ser amado?
Los cristianos hablamos mucho del amor, pero el amor del que habla Jesús nada tiene qué ver con nuestro concepto. No puede haber diálogo entre un cristiano y Jesús si usamos significados diferentes para un mismo término. Para poder declararme cristiano, he de saber qué entendió Jesús cuando nos invitó a amar.


¿Católico yo ? II

Importante: nos llamamos cristianos porque el sentido de nuestra vida la da Jesús a quien confesamos como Cristo. A este Jesús lo confesamos Hijo de Dios, de ahí la pretensión que tiene él de solicitar un seguimiento y un apego absolutos a su persona, incluso contra el apego a las propias necesidades, los deseos y los seres amados.

Esto es lo más desconcertante, sobre todo, para los integrantes de una cultura que ensalza la libertad y exige respeto a los derechos humanos.
Permítanme hacer sólo una acotación. Para poder establecer un diálogo, es decir un espacio de hablar-atender-responder, debemos evitar apresurarnos a interpretar lo que se quiere decir. No hay nada más inadecuado para un diálogo que la pretensión de saber qué es lo que una persona quiso decir.

¿Por qué te hago este comentario? Porque es necesario que tú entiendas lo que yo quiero decir, no que entiendas lo que tú me quieras entender. Te pongo un ejemplo, si yo le digo a una persona que afirma algo, que las cosas no fueron de ese modo, es probable que inmediatamente me diga: "¿Entonces soy un mentiroso?". 
¿En qué momento dije "mentiroso"? ¡nunca!, pero la persona interpreta mis palabras con una intención diferente a lo que expresé con mi comentario.

La hermenéutica no es una ciencia exacta. Interpretar una persona, un diálogo, un escrito, un texto, una institución tiene mucho de subjetivo que se acercará a la verdad si quien hace la interpretación tiene un número mayor de elementos a considerar,  pero se alejará de ella, si sus elementos para hacer la interpretación son pocos.  

Mi punto de partida es que se ha hecho una hermenúetica precipitada, incompleta, errónea en algunos casos de lo que significa ser católico y de la vida, historia y doctrina de la iglesia católica.  
Mi objetivo es analizar esos puntos de partida o esas conclusiones a las que muchos llegamos para que nuestra adhesión a la iglesia sea total o nuestro rechazo tenga menos de visceral y más de racional. 

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Católico yo?

Ser católico es algo "out". Lo "very very in" es todo lo que tenga que ver contra el catolicismo, contra la iglesia católica, contra los curas y contra el papado.
El cristianismo, pero sobre todo el catolicismo, es visto como un lastre que dificulta nuestro avance, es como una gran mancha en un enorme lienzo blanco. Es el mal absoluto contra el que hay que luchar.

En la época de la tolerancia y del ensalzamiento de la libertad, se practica la intolerancia y se limita la libertad de los católicos. Muchos dicen que lo merecemos. ¡Ahí está la historia que puede ser consultada en cualquier momento para confirmar las sospechas!, ella es nuestra acusadora por excelencia. Ella pasa lista del sinfín de atrocidades que se cometieron en nombre de Dios, de Jesús, de la cruz, de la Iglesia o del Papado. Si la historia nos acusa, no hay nadie que pueda salvarnos de ello. Algunos dicen que ni siquiera Dios.

Quienes afirman esto ¿están en lo correcto? ¿han hecho la lectura e interpretación adecuadas?

Cuando se habla en favor del catolicismo se ha de andar con tiento para no dar la impresión de justificar errores, pecados o crímenes. El mal siempre será mal si alguien sale herido, lastimado o denigrado, incluso si se pretende hacer en nombre de Dios. Para ello, lo mejor es afinar los términos que se emplean para no dejar dudas de lo que se intenta afirmar o negar.

La página web de la RAE, dice que justificar es probar algo con razones convincentes, hacer algo justo o probar la inocencia de alguien (http://lema.rae.es/drae/?val=justificar).
Así que, lo primero a declarar es que no tengo la intención de justificar la historia de mi iglesia. Sólo pretendo proponer algunos puntos que ayuden entender  el hic et nunc del ser católico. Veamos.

En mi trato frecuente con católicos, lo primero que he visto es el desconocimiento de la persona de Jesús, el conocimiento incompleto de su fe y la malcomprensión de su libro sagrado o Biblia. De tal manera que, el primer punto en contra que tenemos es, una masa informe enorme de personas que no sabemos qué significa ser católico.